Bosque |
No soy muy fanática de los humanos, excepto de uno, bueno mejor dicho, ese humano no es humano. Es... Una bruja.
Recuerdo cuando la conocÃ. Era una niñita muy mona y cuqui. En cambio, yo la observaba desde el profundo silencio entre los distintos matorrales del bosque. ¡Claro! Soy una gumiho y como tal debÃa esconderme en el bosque, sobretodo si usaba mi forma animal.
Era un zorro con nueve colas. Bastantes bonitas la verdad. Mi precioso pelaje blanco destacaba demasiado como para dejarme ver.
Boram en su forma de gumiho |
Al verme se calló. Con sus ojos grandes y rasgados no dejaba de mirarme. TenÃa miedo. Lo podÃa sentir. Como animal me podÃa percatar de ello. Me transformé en mi forma humana. No querÃa que la niña siguiese llorando o pasase más miedo.
- Hola - le dije a la niña - Soy Boram y vivo aquà en el bosque.
Me miraba con curiosidad. Esperaba que me contestase.
- Soy Clarisa - dijo tÃmidamente. - El señor monje...
Lo último que dijo me dio una pista. DebÃa de ser uno de esos niños del orfanato del templo budista. DebÃa llevarle de regreso allà antes de que se hiciese de noche o sino... los lobos y otros animales salvajes acabarÃan con ella.
- Eres muy guapa - no me esperaba que en esta situación me halagase- ¿Quieres ser mi amiga?
Eso último fue ya la rematadera. Mi debilidad era la gente que era más joven que yo. ¿Cómo podrÃa ser su amiga? ¡Soy una anciana para ella! Antes de hablar, tomé unos segundos para debatirlo con mi yo interno. ¿Qué tenÃa que perder? No he hablado con nadie desde... ¿Cuándo fue la última vez?
- Bien. No seré tu amiga - la niña entristeció con mi comentario - pero si seré tu madre.
Si creo que serÃa lo más acertado. Intentaré ser como una madre para ella. Y si es posible, me gustarÃa adoptarla. Aunque... ¿en qué año estábamos? Estar en el bosque por cientos de años no es nada beneficioso. Por ella volveré a la humanidad. Goryeo no habrá cambiado demasiado o ¿no?
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