No era nada fácil estar lejos de casa y de la familia. Echaba de menos todo. Y cuando digo todo, es todo.
- Bueno, tendré que comprar unas cuantas cosas mañana para seguir adecentando la casa. No puedo quedarme con todos los muebles llenos de carcoma.
Salà de la casa. Fui a la izquierda de mi casa. Seguà avanzando hasta llegar a una plaza pequeña. A estas horas siempre suele haber niños. Era por la tarde, los niños recién salidos de la escuela disfrutaban jugando hasta que sus madres les indicaban que era hora de irse a casa. Era algo bonito de ver.
Mi infancia estuvo llena de esos recuerdos gracias a mis padres adoptivos. Pero... antes. Todo era diferente. Me crié en un orfanato, para ser más exactos en un templo budista. Mi madre me abandonó siendo un bebé. Nunca la conocÃ. A mi padre tampoco. Lo único que se de mis padres biológicos es que son o al menos uno de ellos era una bruja o brujo. De ahÃ, que yo también lo sea.
El ser bruja no se hace, se nace. Es un don mágico. No te exime de la mortalidad humana. Los brujos no dejan de ser humanos. En mi opinión somos... humanos con unos dones especiales regalados por un dios. Esa serÃa mi forma de explicárselo a un humano escéptico de creer en estas cosas.
Por el camino, no dejo de pensar en la familia. En un abrir y cerrar de ojos llegó a la carpinterÃa. Entro y echo un vistazo a la pequeña exhibición de muebles.
- Hola, buenas tardes. Me gustarÃa pedir ayuda en cuanto... - veo que el dependiente o carpintero (no sabÃa como llamarle) enarca una ceja como diciendo "tú, ¿qué haces aquÃ?". Estaba incómoda.
- ¿Qué es lo que necesitas? - me pregunta con brusquedad. - Como verás es una carpinterÃa. La exhibición es solo para que vean las habilidades de nuestros carpinteros. Los hacemos según los encargos que recibimos.
Asiento con la cabeza todo el rato. SÃ. TenÃa toda la pinta de ello. Era algo razonado. - Es-to... -juego con mis dedos- quiero... muebles -lo digo tan bajito que nadie presente me ha escuchado.
-¿Qué has dicho? No te he escuchado. Sabes, si no alzas tu volumen de voz, nadie te entenderá nunca y creerá que estás loca.
Levantó la cabeza rápidamente por su comentario. ¿Yo? ¿Loca? Me lo creerÃa más si se lo dijiese a Bo. Ella si que...
- ¡No estoy loca! Es... solo que... Necesito muebles nuevos para mi casa.
Me observa de arriba a abajo. Parece satisfecho con mi contestación. Va al mostrador. Coge una carpeta la cual está llena de papeles. De ella saca una hoja, un formulario, y toma un bolÃgrafo. Empieza a apuntar algunas cosas. No sé que hacer. Me acerco a él. Miró lo que hace.
- Mi nombre es Clarisa Bucarelli. -le señalo la casilla de nombre y apellidos.
Sigue anotando, asà hasta que terminamos de rellenar el formulario.
-Bien, te llamaremos en cuanto podamos. Yo no soy el encargo de realizar los muebles, solo ayudo a mi padre de vez en cuando con la tienda -me dedica una sonrisa.
Asiento y me despido. Salgo de la carpinterÃa. Tan solo me quedaba buscar algunos elementos para decorar pero sin los muebles...
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