Flechazo





La chica que entró el otro día a la tienda, la tenía justo delante mío. Era hermosa. No tenía palabras para describirla. Me había pasado lo mismo antes al verla por primera vez.

La brisa del mar transmitía una sensación de paz y tranquilidad, que nunca antes había sentido. Tal vez, se debería a la presencia de la chica.

Iba caminando por la arena mientras se comía un helado. No podía apartar  mi mirada de ella. Dudoso al final me acerqué a ella. Usaría como excusa la carpintería.

-Hola -le digo parado enfrente suyo- soy el de la carpintería -le dije nervioso. La sudor me caí por la sien.

Ella duda unos segundos hasta que finalmente me habla.

- ¡Oh! Sí. Recuerdo que... -oigo decir con un hilillo de voz. Debe de ser muy tímida.

-Te iba llamar en la tarde para decirte que tus muebles ya están listos para ser enviados y montados en tu casa. ¿Cuándo te vendría bien que te los llevemos? -vi su mirada de sorpresa.

-¿Tan rápido? Eh... es-to... veamos... ¿mañana? -me hacía gracia verla a hablar de esa manera.

-Bien, mañana. Me supongo que la hora te dará igual -saqué mi móvil del bolsillo del pantalón. Tenía apuntado el teléfono de su casa, pero no el de ella.- ¿Me puedes dar tu número de móvil? Te avisaré cuando estemos llegando.

Sin responder con un sí, sacó una agenda y buscó en ella su número. Me lo dictó y lo agregué en la agenda del móvil. Al poco se escucha el silbido de un pájaro.

-Te he mandado un whatsapp para que tengas identificado ya mi número -le guiño un ojo. Espero que la indirecta la haya entendido.No quería que eliminase mi número.

- Si. Está bien. Me tengo que ir... tengo que ir a buscar a mi hermano al aeropuerto... -no hacía falta que me dijese aquella excusa si no quería seguir hablando conmigo. O... ¿era cierto? De todos modos, lo sabré mañana.

-Hasta mañana.

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