Boram niña |
La familia Lee nunca volvió a ser la misma conmigo. Mi padre me despreciaba, su familia hacÃa lo mismo. Mis tÃas y primos me miraban como si fuese un monstruo y tuviese la culpa del estado de mi padre. Muchas veces escuchaba sus susurros hablando sobre que ojalá mi padre no se hubiese casado con mi madre que ella habÃa traÃdo la desgracia a esta familia. Aunque no todo era malo. A pesar de ese desprecio recibido por mi progenitor, siempre me protegÃa de los comentarios maliciosos que la gente externa a la familia decÃa sobre mÃ. Dedicó varios de sus años buscando posibles pretendientes, pero muchos de ellos se negaban a estar con una mujer como yo. Me temÃan. Finalmente, mi padre conoció a un joven general. En un principio, mi padre era reacio a que fuese mi marido. No aceptaba nuestra relación, pero le hizo cambiar de opinión. No sé que fue aquello, pero le dio mi mano al amor de mi vida. Mi primer amor.
Boram adolescente |
Me casé con el general. En el fondo aquel matrimonio sirvió
para separarme de aquella familia tan tóxica. SeguirÃa disfrutando de todos los
lujos de mi familia, mi marido heredarÃa el tÃtulo nobiliario de mi padre. Al
poco tiempo, mi padre falleció en circunstancias extrañas, pero los oficiales
dijeron que se trataba de muerte natural y en su funeral una de mis tÃas se
acercó a mÃ.
-¡Monstruo! ¡Eres igual que ella! – me recriminó la mujer.
-No soy ningún monstruo, soy…
-Mi hermano ha muerto por tu culpa. ¡No tendrÃas que haber
nacido! – la gente empezó a rodearnos – Tu madre trajo la desgracia a esta
familia cuando decidió irse con otro hombre. Mi pobre hermano intentó hacer que
entrase en razón, pero no lo consiguió. Esa sucia mujer se convirtió en la
mujer de otro y se quedó embarazada. Prefirió irse con él y dejarte aquÃ. Lo
mejor hubiese sido que te hubiese llevado con ella, pero mi difunto hermano no
lo permitió. Ni con chantajes lo consiguió.
Aquellas palabras me dolieron. Fueron unas palabras
envenenadas que empezaron a tomar el control de mi corazón. Mi ingenuidad sobre
lo sucedido años atrás me hizo sentir como un monstruo. TenÃan razón. Era un
monstruo. Mis instintos más salvajes comenzaron a descontrolarse delante de
todos los invitados. Mi forma gumiho salió y todo el odio que fui acumulando
contra mi familia afloró. Intenté retener mi poder, pero no pude. Todo se
volvió negro y oscuro. Noté la presencia de una energÃa más fuerte que la mÃa.
Algo detuvo lo que estuviese a punto de hacer contra mi familia.
A partir de aquel momento no recordaba nada más. Solo sé que
las semanas siguientes, me encerré en mi habitación y no salÃa de ella. Por
aquel entonces la opinión de la sociedad comenzó a cambiar sobre las gumihos.
No éramos buenas, sino malas. Desde aquella confesión empecé a odiar el hecho
de los acontecimientos que mis padres vivieron. CreÃa en el amor eterno y puro.
La imagen de mi madre se torno difusa, no era aquella mujer que idealizaba y
con la que ansiaba ser. En cambio, la imagen de mi padre a pesar de que no lo
idealizaba cambió a una más positiva, desesperado y con el corazón roto intentó
recuperar a la mujer que más amaba. Al no conseguirlo se refugió en el alcohol
y en los burdeles, pero nunca se volvió a casar de nuevo.
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