Memorias del pasado


Boram niña

Todavía recuerdo la escena en la que veía a mis padres discutir. Estaba escondida para escuchar la conversación que mantenían ambos. El tono de sus voces me daba miedo. Demasiado diría yo. Tenía seis años. La conversación giraba en torno a mí. Vi como mi padre acusaba a mi madre de hacer algo malo, pero desconocía lo que hizo por aquel entonces. Al día siguiente me desperté y no lo encontré en su habitación. Ella no estaba, pero sus pertenencias sí. La busqué por toda la casa y por toda la capital en mi forma de zorro, pero nada. No había ningún rastro de ella. Había desaparecido. Cuando volví a casa mi padre me estaba esperando. Estaba triste, furioso, lleno de rabia… No era él. No estaba aseado. Me lanzó una mirada aterradora y me dijo que nunca más saliese de casa sin su permiso y que mi madre nunca más volvería a estar con nosotros.

La familia Lee nunca volvió a ser la misma conmigo. Mi padre me despreciaba, su familia hacía lo mismo. Mis tías y primos me miraban como si fuese un monstruo y tuviese la culpa del estado de mi padre. Muchas veces escuchaba sus susurros hablando sobre que ojalá mi padre no se hubiese casado con mi madre que ella había traído la desgracia a esta familia. Aunque no todo era malo. A pesar de ese desprecio recibido por mi progenitor, siempre me protegía de los comentarios maliciosos que la gente externa a la familia decía sobre mí. Dedicó varios de sus años buscando posibles pretendientes, pero muchos de ellos se negaban a estar con una mujer como yo. Me temían. Finalmente, mi padre conoció a un joven general. En un principio, mi padre era reacio a que fuese mi marido. No aceptaba nuestra relación, pero le hizo cambiar de opinión. No sé que fue aquello, pero le dio mi mano al amor de mi vida. Mi primer amor.


Boram adolescente


Me casé con el general. En el fondo aquel matrimonio sirvió para separarme de aquella familia tan tóxica. Seguiría disfrutando de todos los lujos de mi familia, mi marido heredaría el título nobiliario de mi padre. Al poco tiempo, mi padre falleció en circunstancias extrañas, pero los oficiales dijeron que se trataba de muerte natural y en su funeral una de mis tías se acercó a mí.

-¡Monstruo! ¡Eres igual que ella! – me recriminó la mujer.

-No soy ningún monstruo, soy…

-Mi hermano ha muerto por tu culpa. ¡No tendrías que haber nacido! – la gente empezó a rodearnos – Tu madre trajo la desgracia a esta familia cuando decidió irse con otro hombre. Mi pobre hermano intentó hacer que entrase en razón, pero no lo consiguió. Esa sucia mujer se convirtió en la mujer de otro y se quedó embarazada. Prefirió irse con él y dejarte aquí. Lo mejor hubiese sido que te hubiese llevado con ella, pero mi difunto hermano no lo permitió. Ni con chantajes lo consiguió.

Aquellas palabras me dolieron. Fueron unas palabras envenenadas que empezaron a tomar el control de mi corazón. Mi ingenuidad sobre lo sucedido años atrás me hizo sentir como un monstruo. Tenían razón. Era un monstruo. Mis instintos más salvajes comenzaron a descontrolarse delante de todos los invitados. Mi forma gumiho salió y todo el odio que fui acumulando contra mi familia afloró. Intenté retener mi poder, pero no pude. Todo se volvió negro y oscuro. Noté la presencia de una energía más fuerte que la mía. Algo detuvo lo que estuviese a punto de hacer contra mi familia.

A partir de aquel momento no recordaba nada más. Solo sé que las semanas siguientes, me encerré en mi habitación y no salía de ella. Por aquel entonces la opinión de la sociedad comenzó a cambiar sobre las gumihos. No éramos buenas, sino malas. Desde aquella confesión empecé a odiar el hecho de los acontecimientos que mis padres vivieron. Creía en el amor eterno y puro. La imagen de mi madre se torno difusa, no era aquella mujer que idealizaba y con la que ansiaba ser. En cambio, la imagen de mi padre a pesar de que no lo idealizaba cambió a una más positiva, desesperado y con el corazón roto intentó recuperar a la mujer que más amaba. Al no conseguirlo se refugió en el alcohol y en los burdeles, pero nunca se volvió a casar de nuevo. 

Publicar un comentario

0 Comentarios