Hermanas Pagnotto -- Cap. 4




Salimos las dos juntas por la tarde. Fuimos a un cine que había en el centro comercial de la ciudad. Allí vimos una película de romance, ya que no estaba para ninguna de miedo debido al último incidente. Fueron dos horas de pantalla grande intensas y ambas salimos del lugar con los ojos rojos por haber llorado por el trágico final de los amantes. Después para recuperarnos de ese intenso dolor fuimos a cenar a un pequeño restaurante de comida china, en donde nos pusimos las botas. Allí, alguien conocido a mi hermana se acercó. Era una joven encantadora, pero se le veía algo traviesa.

-Astra, te presento a mi vecina Bai. Es una joven que viene de China para estudiar aquí expresamente y encontrar a su familia -la chica me miraba con una gran sonrisa en su rostro mientras se balanceaba sobre sus pies.

-Encantada, Bai, soy Astraea, la hermana de Eidothea...

-¡Vaya! Vuestro nombre termina igual... ¿fue a propósito?-preguntó curiosa la vecina.

-Bueno, Bai, creo que es hora de que nos dejes solas, hemos estado mucho tiempo sin vernos -se encargó Eidothea.

La vecina molesta se marchó y nos dejó a solas. La paz volvió a reinar. A nuestra vuelta a casa, no hicimos más que hablar de nuestras anécdotas de cuando éramos pequeñas. Antes de entrar, mi hermana metió la llave en la puerta y notó que esta no estaba completamente cerrada. Nos miramos con cara de asombro y miedo. Mi hermana se aventuró a dar un paso adelante mientras preguntaba varias veces: ¿Hay alguien? No hubo respuesta. Seguí a mi hermana hasta que esta pego un brinco hacia atrás que hizo que me cayera al suelo. Su mirada indicaba que algo había pasado en la casa. 

-Quédate aquí, si pasa algo, llama a la policía... -fue lo único que me dijo mientras se adentraba más a su piso.

No tardó en volver. Suspiró y sacó su móvil. Supe por la conversación que llamó a la policía. Me dijo que no tardarían en venir, todo apuntaba a un posible robo por lo destartalada que habían dejado la casa. Estaba todo fuera de su lugar. Los policías de turno hicieron las típicas preguntas de estos casos. Tras su marcha, nos dedicamos a recoger todo. 

-Por lo menos, no se han llevado nada, Astra -su rostro se veía mejor a diferencia del mío.

Mi hermana se percató de que algo me pasaba.

-¿Te encuentras bien?

-Sí... Es solo... ¿no es raro que no se hayan llevado nada? -pregunté a mi hermana.

Era algo me hacía sospechar de la situación, pero además, con el último suceso que tuve en casa, empezaba a creer que me habían encontrado.

-Sí, es raro, pero como no tenemos nada de valor para ellos... -mi hermana dejó de hablar. Se dio cuenta de algo -. ¿Valor? ¡Espera! ¡Se podrían haber llevado la televisión o cualquier otro aparato pero aquí están!

Sus manos se posaron en sus caderas. Me miró fijamente con esa capacidad de hermana mayor que tiene para saber que le oculto algo.

-¿Por qué has venido realmente? -consigue preguntar.

Mi miedo se apodera de mí. No quiero contestar, pero sé que acabaré haciéndolo. Mi hermana se acerca a mí y me agarra de un brazo y me hace otra vez la misma pregunta. Me sigo negando y ella insistiendo. Finalmente, acabo cediendo.

-Lo siento -digo resignada-. No ha sido porque quisiera venir realmente... -imágenes del suceso vienen a mi mente-. Algo... pasó... y no sabía a dónde ir... alguien... vestimenta negra... 

Me acurrucó en el suelo. Mi hermana me observa desolada. No se esperaba que estuviera metida en graves problemas. Su afecto me ayuda a tranquilizarme mientras me abraza y consigue que deje de estar tan nerviosa y llena de miedo. 

-¿Estás más tranquila? Siéntate en el sofá, te haré una tila y me cuentas todo lo que puedas decir sin sentirte mal.

Espero la bebida para empezar a narrar los hechos como yo los recuerdo de aquel día. Ella tocada por las palabras me trata de convencer de que tenemos que poner una denuncia a la policía. Niego con la cabeza. 

-No creo que sea lo mejor, Ei, tengo la sensación de que será complicado todo y la policía no podrá resolver nada.

Me observó con detenimiento como siempre hacía antes de empezar hablar.

-Lo primero, cálmate. Lo segundo, se lo tenemos que comunicar a Anahid. Tercero, llamar a la policía, al menos por si acaso. Cuarto, no te voy a permitir que estés sola ni vuelvas a tu casa hasta nueva orden en todas las vacaciones de navidad -cogió su teléfono y envió un mensaje a nuestra hermana contándole todo lo sucedido-. Bien, mañana Anahid intentará venir desde Nueva York. Hoy vamos a dormir las dos juntas, pero antes tendremos que asegurar la casa y menos mal que es pequeña. Busca algo que nos sirva como alarma mientras me encargo de cerrar bien la puerta y las ventanas.

Seguí sus órdenes. Encontré unas campanas que usa mi hermana para hacer meditación e hilo, de esta manera colgadas junto a la puerta nos servirían de alarma. Después muerta aún de miedo me eché en la cama con mi hermana, me costó conciliar el sueño, pero lo conseguí tras contar mil ovejas...

☪☪☪☪☪☪

Anahid recién acababa de llegar a Revenge Town con un par de maletas bastantes grandes. Cuando llegó al piso, yo y Ei, nos miramos mutuamente. Anahid se estaba volviendo peor con el tema de la ropa. Anahid se percató de lo que pensábamos.

-¿Qué? Necesito cambiarme de ropa de a menudo, al menos un conjunto por día y no sé cuánto tiempo voy a estar aquí con vosotras -farfulló sentándose en el sofá como si fuese una diva.

Eidothea fue a dejar las maletas de Anahid en un lugar no entorpeciesen el paso. Entre ella y yo, sabíamos que esta noche nos tocaba dormir en el sofá. As me miró de arriba abajo con cara de asco. 

-Necesitas cambiar ese pijama... -me dijo mientras se sacaba de su bolso un pequeño cuaderno - Mira que estilo encaja más con tú nocturno...

Tras darme el cuaderno, un cuaderno de recortes con diferentes estilos de vestir, entre ellos, sobre pijamas, se marchó a sacar su ropa y adueñarse del armario entero y verdadero. Pasó una media hora y por fin nuestra hermana estaba dispuesta hablar de lo sucedido. Las tres llegamos a la conclusión de que solo yo había sido atacada en solitario, ni Anahid ni Eidothea habían sufrido ningún ataque. Sin embargo, la seguridad de Ei se ha visto en peligro tras mi llegada. No entendíamos que era lo que buscaban de mí.

☪☪☪☪☪☪

Las tres estábamos en el centro comercial de Revenge Town de compras. Habíamos decidido que iríamos a nuestra ciudad natal, es decir, en dónde empezaron mis problemas, tras unas palabras que había soñado:

Una vez una reunía los tres poderes.

Cada poder otorgaba conocimiento del destino.

El destino no tiene tiempo.

El flujo cambia como la rueda del destino.

Lo que fue uno ahora será dividido.

No una, ni dos, sino tres.

Bellas estrellas brillan 

en la oscuridad atrayendo el destino de todos.

Una es lo desconocido.

La segunda lo conocido.

La tercera lo que estar por conocer.

Era una profecía, pero necesitábamos descifrarla y lo haría mejor en mi casa, así que llamé a mi amiga para que prepara algo de comida en mi nevera. Mis hermanas vendrían conmigo aprovechando aún las vacaciones. 

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