Pasado Año Nuevo.
Las tres estábamos en mi casa analizando con cuidado la profecÃa que habÃa visto en mi sueño. Eidothea señaló la parte: "El destino no tiene tiempo. El flujo cambia como la rueda del destino".
-La rueda del destino y el destino aunque no tengan un tiempo especÃfico lo que siempre cambia y fluye es el tiempo. A ver si me explico el tiempo es un concepto abstracto que nosotros tenemos para poner un orden secuencial a unas vivencias. Yo creo que se refiere esta parte al tiempo, al concepto de tiempo de nuestro... -mi hermana sacó papel y bolÃgrafo para dibujar una rueda de la fortuna-. Mirad, este es el sÃmbolo de la rueda del destino, también conocida como la rueda de la fortuna y se asocia en el esoterismo a cambios en el tiempo, en especÃfico, ciclos temporales de buena y mala suerte. También indica movimiento y también puede indicar retrasos...
-Lo que quieres decir es que la profecÃa gira entorno al tiempo, pero no sabes si las otras connotaciones de este sÃmbolo están presentes o no... -interrumpió Anahid.
-¡Exacto!
Mientras escuchaba con atención sus palabras, yo me percaté de otra parte de la profecÃa:
Una es lo desconocido.
La segunda lo conocido.
La tercera lo que estar por conocer.
-SerÃa posible que lo desconocido fuese el futuro, lo conocido el pasado y lo que estar por conocer sea el presente -solté para mà misma, pero a un volumen que se alcanzaba escuchar.
-Astra, puede encajar porque el tiempo lo vemos como uno, pero si dividimos el concepto en presente, pasado y futuro son tres ideas que conforman una misma idea conjuntamente y representan una pequeña realidad... -se aventuró Ei.
-Bueno, chicas si ya lo sabéis... cómo es que...
-No está resuelto del todo -consigo decir antes de que mi hermana diga algo más-. ¿A qué se refiere con ello? ¿Qué es bellas estrellas? ¿Y la oscuridad?
Anahid no prestaba atención a la conversación sobre la profecÃa, se aburrÃa asà que se puso a dibujar. Dibujó en su tableta tres estrellas en un cielo oscuro. Ei cansada de que no nos hiciese caso Anahid se acercó a ella y le arrebató el lápiz digital. Anahid la miró enfadada e intentó recuperar su lápiz digital sin éxito mientras yo aproveché a cotillear su arte. HabÃa estado dibujando lo de la profecÃa. Las estrellas son hermosas por su luz frente a la oscuridad que no lo es.
-¡Eh! -llamé la atención de las dos- Esto... -enseñé el dibujo de Anahid-. ¿Por qué lo has dibujado? -pregunté a mi hermana.
Ella resopló y cogió su tableta.
-Las estrellas son luz, bueno, luces bonitas que brillan como joyas y todo lo bonito lo asocio a lo femenino...
-¿Mujeres? ¿Tres mujeres? -inquirió mi otra hermana.
Anahid asintió. Era una posibilidad, pero un tanto loca viniendo de Anahid aunque no de Eidothea.
-Si son tres mujeres... ¿cada una representa a uno de los tres tiempos? -pregunté a Ei.
Eidothea y Anahid con mirada cómplice me miraron. Era como si se hubiesen dado cuenta de algo realmente importante.
-Sà -respondió Anahid.
-Creo que somos nosotras - dijo Ei-. Se refieren a nosotras... Fijaros... Tú, Astra, ves el futuro, tú, Anahid, nunca te equivocas con el ahora, y yo,... estoy estancada en el pasado y además soy profesora de historia...
-¡Nos están buscando! Pero, ¿Quiénes? - preguntó Anahid.
La tensión crecÃa entre nosotras. Si era cierto que éramos nosotras las tres estrellas de la profecÃa, indicaban que nos buscaban por ello. La persona que vi de negro igual era alguien... ¿malo? y nosotras no estamos en sus planes. Me sonaba todo esto de algún sitio. El tema de tres mujeres encargadas del tiempo y ver el destino, pero no recordaba exactamente el que era hasta que Ei interrumpió mis pensamientos.
-¡Cómo las Grayas! Eran tres hermanas con un solo ojo que compartÃan para ver el pasado, el presente y el futuro de los humanos y otras criaturas, según la mitologÃa griega...
-¡Espera! ¿Qué te has fumado Ei? -soltó Anahid -. No somos esas viejas y feas mujeres, somos hermosas y jóvenes ahora y no compartimos un ojo. Y si ese fuese el caso no dejarÃa mi ojo, quiero ver el mundo con él- refunfuñó.
-Anahid, no me he fumado nada. ¿Crees que es fácil pensar que somos como ellas? Hemos crecido sin saber nada de magia y profecÃas...
-¡Ja! ¿Y Astraea? -me señaló Anahid -Ahora dirás que ella es la excepción.... ella es única y especial, siempre con sus ten cuidado te va a pasar esto o aquello...
-No. No lo sé -se sinceró Ei-. Solo sé que si analizamos todo, toda nuestra vida puede encajar con la profecÃa... Es posible que me esté equivocando, no soy experta en esto. ¡Solo sé sobre historia! -Anahid habÃa conseguido sacar de sus casillas a nuestra hermana.
Miraba a la una y a la otra hasta que se cansaron de arremeter la una contra la otra. Nunca intervenÃa por miedo. Me dispuse a ir a la tienda y a dejarlas a solas. Necesitaban su espacio y hacer las paces sin mi presencia como siempre.
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NÃa habÃa hecho una buena labor durante mi ausencia en la tienda. No hubo ningún problema. Allà estaba ella, en el interior, en la sala de lectura del tarot, haciendo uso de su bola mágica. Ni siquiera se percató de mi presencia pues estaba muy concentrada. Revisé el inventario de la tienda, todo perfecto. Fui a ver los pedidos de los clientes de la tienda en lÃnea e imprimà un listado con lo que querÃa cada cliente. Con él iba preparando cada uno de los pedidos dentro de una caja cada uno. Después puse las etiquetas con las direcciones del envÃo y cerré las cajas incluyéndoles como regalo una varilla de incienso de romero. Actualicé el estado de cada uno de los pedidos en la web y envÃe la notificación a los clientes de que su pedido estaba confirmado y aceptado. Mañana NÃa los llevarÃa a la empresa de transporte y se encargarÃa de actualizar el sitio web de nuevo.
-Hola Astra -escuché la voz de mi amiga detrás mÃo mientras me daba un abrazo -. ¿Qué tal te ha ido con tu hermana Ei?
-Bueno, dirÃa que bien... -vi que no me creÃa-. NÃa, de verdad, todo ha ido bien. No solo estuve con Ei sino también con Anahid. Y ahora ellas están en mi casa...
NÃa pegó un grito de sorpresa. Vi como recogÃa sus cosas y mis llaves de casa, salió corriendo sin darme oportunidad de recuperar mis llaves. No podÃa dejar la tienda a solas abierta asà que opté por cerrarla un rato. Colgué el cartel volveremos en media hora. Fui a mi casa y allà encontré a mi amiga dándole un abrazo a mis hermanas fuertemente. NÃa conocÃa a mis hermanas aunque no fuese su amiga, las querÃa casi o tanto como yo.
-¡Pero bueno! ¿Qué hacéis aquà las dos? -preguntó NÃa - Anahid es raro verte, pero me alegro y Eidothea sigues... igual que siempre - se paró antes de continuar hablando.
-Gracias NÃa -respondió Ei.
Observaba la situación. Era como si hubiésemos retrocedido en el tiempo. Las cuatro juntas otra vez, aunque mi amiga desconocÃa el verdadero motivo de este encuentro tan conmovedor que presenciaba ahora mismo.
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