Hermans Pagnotto -- Cap. 6


 

En una noche estrellada, había una mujer que miraba el lago silenciosamente, abstraída del mundo, para ella no existía nadie más en el mundo. El remanso de paz que reinaba ahora mismo le producía tranquilidad y asosiego. Las ondas formadas por chapoteo de sus pies daban vida al agua. El ambiente se notaba cargado de un aire misterioso. El ulular de un búho fue lo único que sacó de sus propios pensamientos ala joven. Volteó su mirada hacia él. Era un ave preciosa. Su plumaje brillaba bajo la luz de la luna. Observar el búho era como ver una estatua en un museo. Le causaba fascinación. En ese mismo momento alguien más se encontraba en el lago. No mucha iba a esas horas. El lugar estaba cerca de una vieja y misteriosa mansión. Esa persona se acercó a la mujer. 

- Buenas noches, señorita- saludó el desconocido.

La joven se asustó.

-Siento asustarte, pero este lugar es peligroso a estas horas de la noche para una dama como tú -el hombre intentó calmarla.

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Eidothea se despertó de golpe. El sueño, que acaba de tener, era un sueño recurrente que tenía desde niña. Sus padres siempre le habían dicho que no era nada importante. Pero con la situación, justo ahora, ese sueño había vuelto a emerger en su mundo onírico. Era la primera noche en casa con sus hermanas después de años. Desde que dejó la ciudad y se fue a vivir a Revenge Town no había vuelto a tener el sueño. Esta vez no fue como cuando era pequeña, se levantó de la cama. Buscó un papel y un bolígrafo escribió todo lo que recordaba del sueño. De esta manera, podría pedirle a Anahid que dibujara la escena.

En la mañana Anahid se encontró a su lado un papel escrito por su hermana Ei. En él pudo reconocer la historia que siempre contaba cuando eran pequeñas. Enarcó una ceja. No sabía que era lo que quería su hermana. La buscó con la mirada pero no estaba en la habitación. Se levantó y fue a la cocina. Allí su hermana estaba preparando el desayuno para las tres. Ei se volteó hacia su dirección al escuchar sus pasos.

-Anahid, veo que has cogido el papel. 

La hermana asintió mientras arrugaba el papel que llevaba en su mano. Se sentó y esperó a que su hermana le sirviera el desayuno. 

-El papel. ¿Qué significa esto? -preguntó Anahid mientras hincaba el diente en una tostada con guacamole.

Ei suspiró antes de responderle.

-Significa: el mismo sueño de siempre. Hacía años que no lo tenía y ahora al estar las tres juntas en esta casa reaparece. No lo entiendo. Puede que tenga una conexión con todo lo que está pasando...

-¿Y? -dijo contestó su hermana con sarcasmo -¿Qué puedo hacer yo?

-Dibujar el sueño. 

Sin decir nada, Anahid fue a por su bloc de bocetos y un lápiz. Tardó un par de horas lo que le costó a su hermana Astraea levantarse e ir a desayunar sin saber nada de la situación reinante de la casa.

-Buenos días, Ei y Anahid... -bostezó Astraea y se llevó una mano a su boca - Os veo muy concentradas, ¿qué estáis haciendo? 

Ninguna le respondió por lo que As se acercó a ellas para ver lo que estaban tramando. Vio como Anahid terminaba de dar los últimos retoques al dibujo siguiendo las indicaciones de Ei. As asombrada por la colaboración de las dos hermanas no pudo evitar expresar su felicidad.

-¿Coincide con tu sueño? -preguntó Anahid a su hermana Ei.

-Sí. Es igual a como lo recuerdo.

Astraea miró el dibujo y empezó a entender lo que estaba pasando mientras se limpiaba las legañas de sus ojos. Arrebató el dibujo a su hermana Anahid y lo observó de cerca. Le resultaba extrañamente familiar como si lo hubiese visto, pero no recordaba haber estado en ese lugar. Antes de que pudiese preguntar, Eidothea se adelantó. Le dijo que se trataba de su sueño recurrente de su infancia y que tal vez tuviera un significado en la actualidad. Astraea le preguntó a sus hermanas que si habían visto un lugar así, ambas lo negaron.

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Astraea se encontraba en la tienda mientras sus hermanas se habían quedado en la casa. Estas prefirieron quedarse para seguir pensando en toda la situación y mandaron a su hermana menor a trabajar ya que esta poco podía hacer.

Anahid empezó a darle color al dibujo para así intentar ayudar a recordar mejor a su hermana la escena. Nada. Decidieron abandonar la idea de recordar. Las dos salieron a darse una vuelta por la ciudad para así despejarse. Se fijaron que todo había cambiado, no solo las tiendas y los lugares que frecuentaron un día en su niñez sino también ellas mismas. Era posible que todo tuviera una explicación, pero encontrarla era lo complejo. Sus pies las llevaron hasta un sendero que era frecuentado por los amantes de la naturaleza, era para hacer senderismo, excursiones, etc. Se aventuraron a ir por ese camino lleno de piedras, que le causó más de una vez a la pobre de Anahid tener que parar por no llevar el calzado adecuado.

-Te pasa por ir siempre con tacones, si fueses con deportivas como yo no te pasarían estos susto- se levantó la falda la joven de pelo rizado.

-Cállate, Ei, no pensaba salir a caminar por el campo...

La voz de Anahid se fue apagando paulatinamente. Ante las dos hermanas Pagnotto había un paisaje reconocido. Ei sacó rápidamente de su bolso el dibujo que su hermana había hecho esta mañana y lo comparó. La otra hermana perpleja ante la situación miró su obra de arte. Sin duda alguna el lugar que estaban viendo y el dibujo eran lo mismo. La morena indica a la rubia que este era el lugar, pero que nunca antes se habían aventurado a venir aquí, al menos solas. Eidothea estaba entusiasmada, por fin, empezada a tener respuestas sobre su sueño, contenta decidió intentar llamar a su hermana menor para contarle el hallazgo, pero sin éxito. No había señal. Hizo una foto al lugar para mostrárselo más tarde a Astraea. 

- El lugar es precioso - susurró Anahid.

Se acercaron más al lago. Tenía que haber algo más, pensó Eidothea. Ese lugar ocultaba algo, al igual que habían descubierto la profecía. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por un grupo de senderistas que justo acababan de llegar. Vio como se sentaron junto al lago, se hacían fotos y disfrutaban del paisaje. Anahid se acercó a la rubia y le tendió su teléfono móvil indicando que quería hacerse su sesión de fotos para presumir ante sus seguidores de las redes sociales. Anahid era una persona superficial, que a veces podía mostrar un lado bueno y cercano. Ei realizó varias fotografías para así tener diferentes opciones para subirlas. Conocía a su hermana, le gustaba salir bien y era un tanto perfeccionista.

-Tenemos que volver, Anahid, As nos estará esperando y está empezándose a poner el cielo negro, creo que va a llover dentro de poco...

-Sí, sí, sí... Ni que fueras mi madres... -cogió su móvil de mala gana la morena.

Retomaron el rumbo para volver a casa. Cuando llegaron vieron que Astraea aún no había llegado. Anahid aprovecho para ducharse y Eidothea a intentar unir las pistas que tenía. Cada hermana estuvo sin hablar hasta la llegada de la menor de las tres. As entró algo más contenta ya que su día había mejor que los anteriores. No tuvo ningún problema ni hombres desconocidos intentaban atentar contra su vida. Fue a ver que hacían sus hermanas. Estaban sentadas en el sofá. Una con una libreta y la otra con el móvil sin mirarse.

-¡Hola!- exclamó Astraea - Estoy en casa... ¿Hola?

No servía de nada. Sus hermanas mayores estaban concentradas en lo que estuviesen haciendo. La joven aprovechó para cambiarse a una ropa más cómoda. Al terminar volvió al salón, ahí seguían sus hermanas. Harta de la escena les quitó el móvil y la libreta. Anahid empezó a maldecir y Eidothea no rechistó en absoluto.

- ¿Se puede saber qué os pasa? Somos hermanas. No es normal que os habléis... Se me hace muy raro de ti Ei que no seas tú la que esté haciendo esto cuando eres la primera en decir que quieres vernos y todo lo demás -la exasperación de Astraea iba aumentando -. No sois las únicas que tienen su propia burbuja para aislarse del mundo. Deberíamos estar unidas ahora mismo...

-As, mejor no hables, que si tengo que decir algo...

Ei tapó la boca de Anahid.

- Lo siento, As. Estaba intentando pensar en cómo puedo unir todo, es decir, las pistas...

Justo cuando iba a terminar de hablar, Anahid se consiguió liberar de las manos de su hermana. 

- Hemos encontrado el lugar de los sueños. Está aquí en esta ciudad, en concreto, en ese sendero que hay justo a las afueras -con voz seca habló Anahid.

La más joven miró a la mayor de todas buscando una respuesta. Esta asintió. Luego, Astraea llevó su mirada a Anahid esperando saber algo más. No hubo respuesta por parte de ella, pero sí de su otra hermana. Le enseñó la foto que previamente había tomado del lugar. La cara de As era de sorpresa y asombro. Las otras dos no entendían su expresión. La joven fue a su cuarto y salió de él llevando un viejo álbum de fotos. Lo apoyó en su regazo mientras se sentaba entremedio de sus hermanas. Señaló una fotografía de sus padres en el mismo lugar.

-Nuestros padres si que estuvieron en ese lugar cuando eran jóvenes. Y recuerdo que nos contaron una historia de su juventud. Creo que era sobre una hermana de... nuestra... ¿madre? 

-¿Nuestra madre tenía una hermana? ¿Tenemos una tía? - dijo Ei.

-Ni siquiera la conocemos, no te entusiasmes mucho. Ni sabemos su nombre ni donde vive, si es que aún sigue viva- se mofó Anahid.

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