Tomas tras escuchar la explicación de Clarissa, volvió a casa. Ya no sorprendido, sino furioso ante la idea de que la chica que le gustaba fuera una bruja. Era un problema y bastante importante. Su familia no lo permitirÃa si lo descubren. Sus padres no creen en estas cosas ni mucho menos en que las brujas existan. Pronto, serÃa una fecha especial en su familia. No podÃa permitirse distracciones de este tipo. Se acercaba un eclipse lunar el cual era el idóneo según su familia para él. Era el momento de hacer el rito de paso a hombre de verdad según sus tradiciones.
-Tomas, ¿estás listo para la noche más importante de tu vida? -le preguntó su padre tras llegar a casa.
-No sé, papá...
Su padre le miró con dureza.
-No puedes dudar de todo lo que te hemos inculcado. No. Y menos en esta isla. -recalcó su padre.
Tomas asintió obligado.
Unos dÃas después era la fecha señalada. La familia se habÃa reunido en su casa de raÃces hispanas. Era de noche. En medio del patio interior de la casa, hay una hoguera. Sus tÃos y su padre danzan alrededor de ella mientras las mujeres de la familia realizan canticos sobre la caza de seres atroces como brujas, hadas, demonios, ángeles... Tomas no sabÃa con seguridad en qué consistÃa la tradición. La única indicación recibida fue ven a tal hora a este lugar. Ni siquiera los menores de la familia se les permitÃa estar. Según avanzaba el joven hacia la hoguera, los hombres abrÃan un pasillo que le guiaba hasta un altar improvisado con armas y un libro. El padre de Tomas empezó hablar.
-Hoy es tu gran dÃa. Hoy serás un hombre. Hoy te unirás a nosotros y a nuestra causa. Los canticos dicen: "acabemos con los seres oscuros que hacen daño a los humanos". Toma este cuchillo y echa tu sangre en sobre el libro de esta forma firmarás tu compromiso con la causa.
Tomas hizo caso. TodavÃa desconocÃa a lo que se referÃa su padre, pero estaba seguro de que no era nada bueno.
Tras haber hecho la parte obligatoria del rito. Vino el festejo. No hacÃan más que celebrar que Tomas se habÃa unido a su causa. Entonces, su padre le tomó del hombro y lo guio hasta almacén en donde habÃa una trampilla secreta bajo una alfombra polvorienta que llevaba hacia un sótano.
-Hijo, aquà están nuestras armas. Las usamos para cazar brujas, demonios, vampiros, ángeles o cualquier criatura sobrenatural que no sea humana.
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