Lo normal en el dÃa de la boda, la no
via tenÃa que ir a una litera que la esperaba, esa misma litera llevado por los sirvientes, la llevarÃa a la casa de su futuro marido. Allà se harÃa la ceremonia. En este caso, el propio general vino en persona para escoltarla junto con los sirvientes hasta su casa. Boram salió con el rostro tapado tal como es tradición y con un hanbok de color rojo ceremonial de boda. Se subió a la litera. Notó como esta se movÃa en el trayecto. Cuando finalmente llegó a la casa de su marido. Se bajó de la litera y se adentro dentro de la casa bajo la mirada atenta de todos los invitados. En el vestÃbulo principal de la casa estaba el novio esperando, pues este habÃa acelerado el paso para llegar antes que ella a la casa, unos metros antes de llegar. Un amigo del novio fue el encargado de oficiar la boda puesto que de normal serÃan los padres del novio, pero al ser huérfano...La ceremonia finalizó sin problemas. Ahora tocaba la parte más tediosa. La espera a la llegada de la noche de bodas. Ella estaba encerrada en la habitación con decoraciones rojas y amuletos sin poder comer nada mientras el general estaba disfrutando con los invitados afuera comiendo y bebiendo, riendo también.
Finalmente, el general entró a la habitación borracho. Boram tenÃa miedo. Miedo a que le hiciera daño estando en ese estado. TodavÃa no se habÃa descubierto el rostro, debÃa hacerlo el que ahora es su marido. Se acercó a ella y de un manotazo tiró el abanico al suelo. De repente calló sobre ella y se quedó dormido. Boram percibÃa el olor a alcohol, para ella era aún más fuerte debido su sensibilidad olfativa heredada de su madre.
Al dÃa siguiente, Boram al despertar no vio al general en la habitación. Se habÃan quedados dormidos con las ropas puestas de la ceremonia, por lo que el matrimonio no se habÃa consumado todavÃa. En cierto modo Boram estaba aliviada.
Unas sirvientas entraron a la habitación mientras saludaron a su señora. Una de ellas empezó a preparar la ropa que debÃa de llevar la gumiho durante el dÃa de hoy. La otra ayudó a la mujer a levantarse y a prepararle un baño de agua caliente. Entre las dos sirvientas prepararon a Boram. La nueva señora de la casa estaba lista para desayunar, pero antes debÃa ir a ofrecer sus respetos a las tabletas familiares y a su esposo, quien ya estaba ahÃ.
-Buenos dÃas, Boram -le saludó el general – no te querÃa despertar tan temprano y como no tengo padres realmente daba un poco igual a que irá debemos prestar nuestros respetos a los ancestros del clan.
-Buenos dÃas, general -le respondió ella con la cabeza baja.
Su marido la miró, parece que le molestó algo.
-Si vamos a vivir como esposo y esposa, lo mejor será que me llames por mi nombre, ¿no crees? -la mujer enarcó una ceja por la sorpresa-, será lo mejor para volvernos más cercanos el uno con el otro.
La gumiho aceptó.
Mientras prestaban sus respetos. A Boram le volvió a invadir el miedo. Ella sabÃa que era diferente a los humanos, pero desconocÃa si su esposo estaba enterado de hoy. Wang Chun Jiang se percató de ello.
-¿Te preocupa algo? Puedes confiar en mÃ, aunque no nos conozcamos del todo. Ahora que eres mi esposa, te cuidaré y te protegeré.
La mujer dubitativa decidió hablar.
-Está bien... -dijo resignada -. No sé si mi padre te ha dicho de mi condición...
-¿Estás bien? ¿Estás enferma?
-No es eso... - se apuró en contestar- Es más bien que no soy humana...
Chun Jiang se echó a reÃr.
-Tranquila... Ya sé que eres una gumiho. No pasa nada... Aunque ahora la gente empiece a menospreciar a las gumihos, no quiere decir que todas seáis malas. Sois deides de aquà de la tierra y de la cosecha...
Boram no se creÃa lo que estaba escuchando. Por primera vez alguien en mucho tiempo alguien no le temÃa aparte de su padre.
Chun Jiang miró a su esposa. Le dijo que podÃa a ir desayunar. Él no desayunarÃa con ella porque tenÃa que ir al palacio.
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