Vals de Primavera /PARTE 1: EL INICIO/ Cap. 4




 En la capital de Heolyra Dynasty, se encuentra el palacio real. Allí el Gran Duque Stormlord está reunido con el emperador. Ambos hablan de cómo resolver el problema de la hambruna en la zona fronteriza con Aubrosan Kingdom. Tras la guerra los pueblos de alrededor se están empezando a recuperar paulatinamente. La guerra acabó con la cosecha. Muchos de pueblerinos se vieron forzados a cambiar sus vidas, yéndose a pueblos vecinos o venirse a la capital. Los que decidieron quedarse están sufriendo ahora todas las consecuencias de la guerra.

—Su Majestad, creo que deberíamos primero reforzar la seguridad de los caminos que usan habitualmente los mercaderes y comerciantes de la zona para asegurar la llegada de los alimentos más básicos. Pondré a su disposición a parte de mi ejército personal —dijo el Gran Duque.

El emperador observaba a su sobrino.

—¿Alguien más quiere decir algo? — preguntó el emperador.

El lugar de la reunión era una sala en la que estaban algunos nobles, principalmente, los de la zona más afectada. Permanecieron calladas hasta que uno de ellos habló.

—Excelencia, no creo que sea suficiente con asegurar el camino. El problema no erradica ahí. Hay que resolver de donde vamos a sacar tanta comida cuando ni siquiera en la propia capital hay suficientes víveres. Además, hay que sumar que tras toda hambruna y guerra viene una epidemia de peste negra o de lepre por la mala higiene y malas condiciones de la sociedad. Deberíamos prepararnos por si acaso, enviando doctores y medicamentos antes de que un hecho así suceda. De esta manera podremos tener el principio controlado.

—Está bien tener en cuenta la situación, pero, sir, lo mejor es enviar los alimentos al pueblo. Buscaremos primero la manera de asegurar los caminos y después como conseguir los alimentos que más escasean, tal vez, negociando con los reinos vecinos —sentenció el emperador.

Todos acataron su decisión. La reunión se terminó. La pareja de tío y sobrino se quedaron un rato hablando sobre la prometida.

—Sobrino, ¿Cuándo irás a tu palacio? Tu madre está preocupada de que tu nueva prometida no te haya conocido aún y que esta se muestre reacia contigo...

—Majestad, no tengo pensado volver. Quiero dejar zanjado el tema de los caminos y dar las órdenes oportunas al ejército. No creo que alguien de tan bajo linaje de otro reino se comporte así conmigo y más aún cuando estamos comprometidos por un tratado de paz... —reprochó el joven.

El emperador no podía creer como su sobrino podía ser más amable. Siempre lo ha visto obsesionado con cumplir su deber con el Imperio. Era hora de que él se relajara un poco y formara una familia. Aunque lo había intentado con varias prometidas, pero eso no iba a significar que se fuese a rendir con su sobrino. Además, su hermana, Mirana, le mataría como vuelva a suceder que otra prometida rompa el compromiso. Si no fuese porque su hermana era mujer, ella sería ahora la emperatriz quien gobernara el Imperio.

—No debes pensar así... Sabes que lo he hecho por tu propio bien. Tu madre espera que algún día formes tu propia familia.

El Gran Duque no contestó. Se quedó callado. No quería hablar más sobre el asunto. El simple hecho de pensar sobre ello le daba dolor de cabeza. Es cierto que no podía demorar mucho más el conocer a la que era su prometida. Su madre le había enviado alguna emisiva contándole sobre ella. La más reciente era sobre que los ropajes no eran los adecuados para una dama como ella, no había recibido suficiente educación y que recientemente habían intercambiado sus nombres. Flossie. Ese es su nombre. ¿Será como su nombre indica? ¿O será una arpía que va detrás de su dinero, fama, honor y reconocimiento? Pensó el joven. Aunque no fuese al palacio dentro de un mes aproximadamente la conocería en el baile que su tío había decidido organizar.

—Tío —dijo el joven aprovechando el momento de privacidad en los aposentos personales del emperador—, lo más seguro es que en el baile la vea así que no creo que debas preocuparte mucho...

El emperador observó a su sobrino. Durante toda la conversación que habían estado teniendo, había ido desde la sala hasta sus aposentos, no era su habitación sino una pequeña sala de estar. Ahora dentro de ella se dio cuenta la presencia del príncipe heredero. Este saludó a su padre y a su primo. Los tres se sentaron en el sofá que estaba en el centro de la sala y una sirvienta les dio unas copas de whisky. Ese momento familiar se vio interrumpido por la llegada del secretario del rey que lo reclamaba para continuar con sus deberes. El príncipe y el Gran Duque se quedaron solos. Estuvieron hablando sobre la prometida del Gran Duque y también de la princesa Zielle. Como hermano mayor de la princesa, el príncipe conocía los sentimientos de su hermana y como está había intentado convencer a su padre que rompiera el compromiso de su primo para que fuese ella la afortunada. El emperador tenía en mente otro tipo de matrimonio para su única hija. No quería entrelazar a los primos solo por el caprichoso de una joven que no conocía la realidad de la sociedad.

Zielle apareció en la sala. Tenía como un radar mágico que le permitía detectar donde se encontraba su primo. Ese radar eran las sirvientas y doncellas. Siempre hablaban de cualquier persona que entraba y salía del palacio por lo que era fácil enterarse de quien o quienes visitaban el palacio. Saludó al Gran Duque sin hacer caso a su propio hermano. Se sentó entre ambos mientras agarraba de un brazo al joven apuesto.

—¿De qué habláis? —preguntó haciéndose la ingenua.

La princesa sabia cual era de tema de conversación en su familia últimamente. El compromiso de su primo. Había intentado romperlo por la vía más directa. Ahora tendría que urdir algún plan para deshacer de esa joven. La odiaba por el simple hecho de amargarle su unión con su primo.

—¡Ah! ¿De tu prometida? —la ironía de su voz era notable.

Su hermano le respondió afirmativamente.

—Y bueno... algo tienes que saber de ella, ¿no?

El príncipe heredero a veces no soportaba a su hermana. Veía venir el interés de ella. No podía pararla. Encontraría la manera de conseguir lo que quiere.

—Sí. Se llama Flossie, es la tercera hija del Barón de Pink of Ferns. Mi madre va a contratar a unos tutores para que le enseñen lo básico de etiqueta y baile —dijo sin más el Gran Duque.

La princesa tenía algunos datos de interés. Ahora solo le quedaba hacer un plan adecuado para acabar con ese posible matrimonio.

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